jueves, enero 26, 2012

¿Crisis de valores?

Hoy aunque sea de pasada voy a hablar del Papa. Puede que sorprenda a algún lector, pero al fin y al cabo es el líder de una organización con más de dos mil años de historia y millones de seguidores. Y aun independientemente de eso un catedrático con un cerro de libros a las espaldas merece ser escuchado, se esté o no de acuerdo con su doctrina o su figura.

De lo que quiero reflexionar es de una afirmación repetida muchas veces por el Papa y por otros altos miembros de la Iglesia. Y es que estamos no solo ante una crisis económica sino también ante una crisis de valores. Si yo fuese un marxista clásico (que no lo soy) diría que los valores de una sociedad dependen de su estructura económica y que se acabaran adaptando a ella. No obstante a parte de a Marx, también estudie a Weber, el cual nos decía que los valores de una sociedad, derivados en buena parte de la doctrina religiosa dominante, influyen en el desarrollo económico, siendo el espíritu protestante una puerta abierta al capitalismo.

Desde luego la religión mayoritaria marca los valores de una sociedad, incluso a los miembros de esas sociedad que no comparten esa religión. Por ello el capitalismo y la economía en general no es igual entendida por un japonés, un español o un estadounidense. Si algo diferencia al protestantismo y al catolicismo es la distinta forma de ver la riqueza. Para parte del protestantismo la riqueza en la tierra es positiva. La obtención de la riqueza es fruto del trabajo y de la virtud. El triunfador en la tierra es un triunfador n el cielo. El pobre lo es por vago y pecador. A ello hemos de sumarle la creencia calvinista de la predestinación según la cual el destino del hombre, su salvación o condenación, ya esta decidido en el momento de su nacimiento.
Para el catolicismo la riqueza en la tierra es fuente de pecado, el hombre no debe de atesorar riqueza. Y el pobre no lo es por sus pecados, sino por sus circunstancias. El hombre no nace predestinado, va marcando su destino mediante sus acciones, acciones que han de encaminarse a la solidaridad con el más desfavorecido.

Así pues el protestantismo es una religión individualista y el catolicismo una religión social.  La primera es una religión de beber solo en casa y la segunda de ir en grupo de cañas.

Pero en el caso de España y otros países católicos se ha producido, a mi modesto juicio, una inversión de valores. A través de la hegemónica industria cultural anglosajona han ido penetrando una seria de valores protestantes que han ido desplazando los valores tradicionales católicos. El caso es que nos hemos quedado con una mezcla de valores de ambas confesiones que nos convierten en una extraña sociedad sin un sistema de valores claramente articulado. Así pues mientras nuestro sistema de protección social y nuestras normas jurídicas giran a veces en torno a unos valores católicos, tales como la solidaridad familiar o el principio de subsidiariedad, el funcionamiento de nuestra economía, de nuestros empresarios y parte de los trabajadores se vuelva más protestante. El empresario español ha dejado de ser ese patrón paternalista de hace cincuenta años para ser un capitalista voraz y egoísta. El trabajador muchas veces ve al compañero como competidor en guerra de rapiña por las migajas del patrón, tales como ascensos. Y muchos trabajadores creen que lo importante es el esfuerzo individual y que este trae el triunfo, sin tener en cuenta que no todo el mundo tiene las misma capacidades o oportunidades, se rompe así una conciencia o solidaridad de clase. En definitiva hemos importado una serie de valores protestantes que favorecen el crecimiento y la competitividad, sin importar sus valores morales y relegando los propios valores morales a un segundo plano. Por ello creo que en efecto estamos ante una crisis de valores. Hemos perdido valores propios de esta sociedad tales como la solidaridad, el sentimiento de grupo o la preocupación por el otro. Lejos quedan esos empresarios de hace cuarenta años que regalaban juguetes por navidad a los empleados con hijos, o que daban una paga extra con ocasión de la boda. El empresario solo ve mano de obra, a ser posible lo más barata que haya, no ve familias que dependen de él, no ve nada más que piezas humanas en su juego, no ve personas sin las que su empresa no saldría adelante. Hemos perdido la noción de grupo, nos hemos vuelto individualistas. Y ese individualismo egoísta es el que esta dirigiendo nuestra economía y nuestra política social.

No quiero decir con ello que debamos de volvernos todos católicos, ni que el protestantismo sea la causa de todos los males, ni que no se pueda ser solidario siendo ateo. Digo que en España estamos en un cambio de valores sociales, que viene de lejos, que hace de nuestra sociedad más egoísta e individualista, y que dicho cambio de valores esta perjudicando de forma material a los más débiles de la sociedad. Por ello es necesaria una reflexión profunda sobre nuestros valores sociales, sobre que sociedad queremos construir y de que manera lograrlo. La salida a la crisis no puede ser un sálvese quien pueda carente de más valores que el propio yo. Necesitamos una vuelta a los valores que nos unen como sociedad.

Supongo que esta reflexión mía puede ser más que discutida, pero eso es lo bueno de la discusión, que enriquece.

3 comentarios:

  1. Anónimo2:22 a. m.

    Lo que esta claro es que no hemos dejado de salir con los amigos a tomar unas cañas.

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  2. Anónimo5:28 p. m.

    No te falta razón, tu reflexión es totalmente oportuna. Un Abrazo. Javier Vega Gómez.

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  3. Anónimo10:28 a. m.

    http://www.20minutos.es/noticia/1291103/0/curas-monjas/homosexuales/grupo-secreto-betania/

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